En Margaux, una de las zonas más elegantes y meridionales del Médoc (Haut Médoc), se esconde un château con alma de artista y precios que sorprenden por su accesibilidad sin ser Grand Crú Classé. Château Siran (comuna de Labarde) es una de esas bodegas que conectan el arte, la historia y deliciosos vinos gastronómicos.
Fundada en 1859 y propiedad de la misma familia desde hace más de 160 años, la historia de Château Siran está ligada al apellido Toulouse-Lautrec y a la familia inversora en arte Miailhe.
El célebre pintor francés fue sobrino de uno de los antiguos propietarios, y ese vínculo con el arte se mantiene vivo en cada añada. Sus etiquetas, reinterpretadas con diseños artísticos, convierten cada botella en una pequeña obra de colección que revela acontecimientos históricos de cada añada: Château Siran 2022, en honor de la reina de Inglaterra por el artista Damian Elwes, la 2021 en honor del hito del viaje a Marte por Peter Soriano, o la añada 2020 por Federica Matta para homenajear la resistencia post-covid. En colección podemos encontrar etiquetas sobre el lanzamiento del trasbordador espacial o la caída del Muro de Berlín, y antes a Jean‑Michel Folon (1981), Joan Miró (1982), Zao Wou‑Ki (1991).
En un territorio donde el Cabernet Sauvignon es rey, Siran rompe el molde apostando por una mayor proporción de la uva petit verdot en sus 37 fincas, que aporta notas florales, especiadas y una textura sabrosa al resto de uvas francesas (cabernet Sauvignon y merlot). Situado en la parte más cálida del Médoc con suelos de grava finos que adelantan la floración, este Margaux ofrece vinos jugosos y redondos por su terroir pero también porque cumple 12 meses en barrica mínimo, más cercanos al gusto mediterráneo que al perfil austero clásico.
Con una producción media para Margaux de 180.000 botellas, Château Siran combina la precisión técnica de Burdeos con una escala humana. Su museo del vino y del arte, abierto todos los días, lo convierte además en un destino imprescindible de enoturismo para los que buscan experiencias culturales, colecciones de arte, o artilugios del vino de todas las épocas.
En España, su distribuidor en España (Hopifi) recomienda descubrirlo en locales que apuestan por vinos con historia y autenticidad. Porque hay burdeos para admirar, y otros, como este, para disfrutar ya que hay que beberlos en máximo cinco años.


