En el primer caso, El Pacto de la Sonsierra 2020, enseña primogénita de un magnífico proyecto convertido en uno de los buques insignia de Vintae. Empezaron a elaborarlo sin hacer mucho ruido y con el paso de los años se ha convertido en una auténtica ‘perlita’ del grupo. Históricamente, El Alto Najerilla y la Sonsierra se han dedicado casi en exclusiva al cultivo de la vid. El Pacto supone volver a esa viticultura atávica, que cuida el entorno, con la mínima intervención posible, que no busca la mayor producción, sino que permite a la naturaleza seguir su curso vital.
Un tinto elaborado mayoritariamente con tempranillo y algunas cepas sueltas de variedades blancas (graciano y mazuelo) procedentes de 27 parcelas repartidas por la Sonsierra (San Vicente, Villabuena de Álava, Baños de Ebro y Navaridas), en viñedos ecológicos con más de 70 años de antigüedad. Con una crianza de 14 meses en barricas de roble francés, Europa del Este y América, continúa siendo un vino sorprendente y complejo que se caracteriza por una nariz intensa, con aromas a frutos del bosque, regaliz, sotobosque, especias y chocolate. En boca se muestra muy elegante y equilibrado, corpulento pero fino y fresco al mismo tiempo.
Precio: 13,50€.
Y en el segundo, El Pacto de Cárdenas Ojo Gallo 2021, un vino con el que Vintae apuesta por recuperar una elaboración casi desaparecida en Cárdenas (Alto Najerilla, Rioja Alta): el ojo gallo. Un estilo de vino que prácticamente se había perdido con las nuevas generaciones, pero que Raúl Acha, director técnico de Vintae como buen gitanillo (gentilicio de Cárdenas), no podía dejar que desapareciese. “Los Ojo Gallos eran de esos vinos elaborados en casa para compartir con vecinos y forasteros, vinos que llevan grabada la impronta de su lugar de origen. Así como en otras zonas el Ojo Gallo es un clarete intenso, en Cárdenas siempre ha sido un tinto de poco color”, subraya Raúl.
Este Ojo Gallo nace en una pequeña parcela ubicada en Cárdenas, en pleno Alto Najerilla, a 600 metros de altitud, plantada en 1957 sobre suelos arcillo ferrosos con alto componente de roca conglomerada en su base. Su gran peculiaridad es el mix de plantación, ya que conviven porcentajes similares de variedades blancas y tintas, principalmente garnacha tinta y viura, aunque también hay cepas sueltas de tempranillo, malvasía, graciano, mazuelo y alguna variedad desconocida.
Se elaboró como un vino de finca, con una maceración corta y crianza de 10 meses en tina de roble de 5.000 litros. Un tinto que revive la tradición local más auténtica, con aromas primarios característicos de la garnacha, pero también con notas balsámicas y florales. En boca muestra un “trago largo”, con acidez marcada y textura sutil. De esta primera añada se han elaborado 9.363 botellas.
Precio: 19,50 euros.
